Cómo salir al aire libre con los niños y adolescentes manteniendo el distanciamiento social
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¿Cómo acompañar a los niños en estos nuevos modos de interacción social que nos impone el COVID-19?

En tiempos de pandemia, las funciones parentales han cobrado aún mayor relevancia y protagonismo, asumiendo nuevos desafíos. Para los padres y demás adultos a cargo de los niños, el reto no es solamente cuidarlos, sino enseñarles a cuidarse ellos mismos.

Desde la infancia hasta la adolescencia, se aprende a cuidar del propio cuerpo y a interactuar con otros desde el respeto mutuo. A su vez, con cada época debimos incorporar nuevas modalidades de cuidado que sumaban a las ya conocidas: tuvimos que aprender a usar gorro y cremas para protegernos de la creciente radiación solar; también aprendimos los riesgos que conlleva el uso de las redes sociales; al famoso “no hables con extraños” se le agregó el “no chatees con desconocidos, no aceptes en tu face a personas que no conoces”. Los peligros han existido siempre —nos lo han enseñado caperucita roja y los tres chanchitos; “el lobo” siempre existió—  sólo que se van transformando, adoptando nuevos trajes.

En tiempos de COVID-19 aprendimos sobre la importancia de la higiene del cuerpo, los alimentos y objetos; sobre las maravillas del alcohol y la lavandina. Pero también aprendimos la importancia de la responsabilidad compartida para hacer posible el cuidado de una comunidad. Así como cuando se pierde un niño en la playa los aplausos de todos y sus miradas atentas permiten el encuentro entre el niño pequeño extraviado y su cuidador, hoy todos debemos colaborar en la construcción de estas nuevas modalidades de cuidado.

Ahora que está permitido salir de casa para circular en espacios libres, el barbijo, la higiene de manos y el distanciamiento social son los tres pilares a transmitir. Pero, ¿Cómo proponerles a nuestros niños las nuevas modalidades de cuidado sin generar miedo, rechazo hacia el otro o incomodidad en la interacción social? Tendremos en cuenta algunas ideas:

  • Si cuentan con las herramientas adecuadas, los niños pueden adaptarse a nuevas realidades con mayor facilidad que los adultos (dado que son menos rígidos). Así que, ¡a no desesperar! Es más difícil para nosotros que para ellos.
  • Expliquemos las cosas con seriedad y calma, sin dramatismo ni angustia. Si nosotros les transmitimos tranquilidad, ellos se sentirán cuidados por adultos responsables. Simplemente les contamos que “las reglas del juego” han cambiado en estos tiempos.
  • No apelar al miedo, sino a la responsabilidad compartida. Si nos mostramos inseguros y temerosos, ellos se sentirán de igual modo. El miedo genera malestar, y los niños no comprenden las causas y consecuencias de sus acciones; sino que se reprimen por temor. Busquemos el entendimiento, con lenguaje simple. Esto puede ser difícil porque los adultos sentimos temor por todo lo que ocurre, pero intentemos transmitirles a ellos la tranquilidad de que si cumplen con las pautas de cuidado es posible salir e interactuar.
  • Recordemos que como comunidad somos todos un gran equipo. Cuidarse se logra entre todos. El otro no es un enemigo por ser un potencial portador del invisible COVID-19. El “malo” es el virus, no la persona que puede ser su portador sin siquiera sospecharlo.
  • Naturalicemos el barbijo y el distanciamiento social como cualquier otra forma ya aprendida de cuidar nuestro cuerpo. (Por ej. ya saben que en verano deberán usar gorro y en invierno abrigo). Si les transmitimos con naturalidad y constancia las nuevas “reglas” para salir, ellos las aceptarán. A los adultos nos es mucho más difícil incorporar estos cambios, mientras que los pequeños con naturalidad juegan a ponerle el barbijo a los muñecos y a pasarles alcohol en gel.
  • Brindemos nuevos rituales de saludo y despedida que reemplacen los anteriores. El “codito” o un “choque de pies” puede reemplazar el beso o el abrazo; disminuyendo el malestar por no saber cómo comportarse al encontrarse con otros.
  • Recordemos que para cuidarnos y respetarnos, a veces es necesario poner un límite al comportamiento del otro que puede significar un riesgo para mí. Debemos transmitirle a nuestros hijos la confianza para recordar y pedir que todos cumplan con las pautas de cuidado. No debemos sentir malestar por pedirle a otro que utilice el barbijo, o declinar el ofrecimiento de una galletita. A veces será necesario recordarle a otros niños y adultos estas nuevas formas de cuidado que estamos aprendiendo como comunidad.
  • Seamos creativos y busquemos el humor. Cuando las situaciones son angustiantes, poder reírnos de ellas ayuda a relajar tensiones (eso es un desafío para nosotros adultos, a ellos les resulta sumamente natural convertir situaciones complejas en algo de lo cual reírse o jugar).
  • Compartamos las situaciones angustiantes a través del juego. Juguemos a que los juguetes no pueden abrazarse, o les molesta usar el barbijo, o extrañan a sus abuelos. Juguemos a hacer berrinches, a enojarnos por no querer usar en alcohol todo el tiempo. Los niños elaboran sus angustias lúdicamente (mediante el juego).

Debemos asumir que ésta es la nueva realidad que nos toca vivir, y que deberemos construir juntos esta “nueva normalidad”. La humanidad se ha adaptado a infinidad de cambios a lo largo de la historia. Esta pandemia nos presenta con un gran desafío, pero es posible ir construyendo este nuevo mundo entre todos.

jennifer

Lic. Jennifer Bertin

Psicóloga – Especialista en niñxs